¿hay que pagar por los servicios ambientales?

¿Por qué está justificado pagar a la gente en países pobres por sembrar árboles -aunque es mejor hablar de regenerar la vegetación natural-, y conservar el medio ambiente? ¿Por qué, y esto es más polémico, está justificado que países ricos -o consumidores ricos- paguen a países pobres para mitigar el cambio climático sembrando árboles?

El aumento de las desigualdades, en muchos casos por razones tecnológicas, ocurre también en la agricultura.

Mirad este gráfico sobre el cultivo de cereales.

 

Los rendimientos en Asia, América y Europa aumentan a un ritmo dos veces mayor que en África. La tierra utilizada en África aumenta, en el resto se mantiene o disminuye. África no puede seguir el ritmo de aumento de la productividad, y eso se traduce en pobreza para millones de agricultores.

En algunos sitios será posible invertir para llegar a rendimientos medianamente competitivos. Pero en otros, por la falta de condiciones agroecológicas, no será posible. ¿Qué se puede hacer en estos últimos sitios?

La gente opta por irse a las ciudades, lo cual es una decisión racional. Para los que se quedan, una de las soluciones consiste en ofrecerles ingresos por sembrar árboles. La mitigación conseguida será marginal, es bastante probable que, si no se dan las condiciones para tener rendimientos aceptables, tampoco se den para que los árboles crezcan mejor que en otras zonas más lluviosas.

Las razones por las que hacer esto se pueden encontrar en lo que dijeron algunos famosos economistas:

Keynes

En su Teoría General, Keynes dijo que estaba justificado pagar por hacer cualquier trabajo si no hubiera la posibilidad de hacer algo que resulte más útil. En su ejemplo hablaba de enterrar dinero para justificar el trabajo de desenterrarlo y encontrarlo.

«Si el Tesoro llenara las botellas viejas con billetes, los enterrara a profundidades adecuadas en minas de carbón en desuso que luego se llenaran hasta la superficie con la basura de la ciudad, y dejara que la empresa privada, siguiendo los principios probados del laissez-faire, volviera a desenterrar los billetes (obteniendo el derecho a hacerlo, por supuesto, mediante el arrendamiento del territorio en el que se encuentran los billetes), probablemente no habría más desempleo y, con la ayuda de las repercusiones, los ingresos reales de la comunidad y su riqueza de capital también se convertirían en una realidad. En efecto, sería más sensato construir viviendas y similares; pero si hay dificultades políticas y prácticas para ello, lo anterior sería mejor que nada».

 

Eso es exactamente lo que habría que hacer en cualquier lugar de África donde la agricultura no sea rentable. Meter dinero para hacer cualquier cosa, y si es posible que no distorsione el mercado. Sembrar árboles y pagar para mantenerlos es una buena opción.

 

Schickele

Rainer Schickele fue un agro-economista alemán que estudió el uso de la tierra en tiempos del dust bowl, en los Estados Unidos. Entendió cómo la manera de cultivar, y los incentivos, influyen en la erosión. Su trabajo puede aplicarse al sector agrícola en general.

Los pequeños productores también deforestan. Lo hacen los que expanden los cultivos de cacao y café, o los que agotan las tierras marginales en las que trabajan, haciendo avanzar la frontera agrícola. Tiene sentido económico que lo hagan. Por eso Schickele, hace ya setenta años dijo que el coste individual de agotar la tierra era menor que el coste social. Es decir, para el agricultor es económicamente racional agotar la tierra, yquien pierde es la sociedad, no tanto el campesino, que buscará nuevas tierras si están disponibles. Por eso hay que compensar la pérdida económica que representa cuidar la tierra.

 

Pigou y Dalton

Estos dos señores dijeron algo tan obvio que parece mentira que lo tengamos tan poco en cuenta. Que, para reducir la desigualdad, es bueno que el dinero vaya de ricos a pobres y no al revés. No es tan fácil hacer esta transferencia: en la mayor parte de ocasiones no encontraremos una razón para comprar o pagar algo a los pobres. Y ahí entran Schickele y Keynes: paga porque es bueno hacerlo, usando cualquier razón, y si puedes hacerlo para cuidar la tierra, mejor que mejor.

Los límites que tiene este enfoque (¿cuánta superficie se puede regenerar o reforestar? ¿cómo evitar el greenwashing? ¿qué efectos secundarios tienen estos pagos en las comunidades?) los veremos en otro post, que este ya ha sido demasiado largo.

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